sábado, 30 de abril de 2011

Crónica fetal

No soy más que un mísero grano de arroz. Si me apuras ni siquiera eso. No siento, no veo, ni tampoco tengo aún la capacidad de valorar, de razonar. ¿O quizá sí? Ha pasado tiempo y ya comienzo a estar orgulloso de mi. Ya soy del tamaño de un garbanzo. Lo mejor es que dentro de un tiempo, de muy poco tiempo, seré una pelota de tenis. No sé que me pasa pero sigo sin poder ver, ni pensar, pero lo peor es que puedo sentir que no consigo lograrlo. Y sigo aquí, atado a este trozo de carne que me nace de la barriga. Nada más que puedo tocar unas paredes, pero, ¡buag, qué asco! Es como gelatina. [...]

Hoy me he levantado muy cansado, y, espera... ¡escucho algo ahí fuera! Son voces, muchas voces. ¿Por qué dirán todo el rato "Curro"? No los comprendo. ¿Y eso? ¿Es música? Estoy empezando a asustarme. Cada vez estoy más agobiado aquí. Ya casi toco las paredes pringosas éstas con la cabeza y, para colmo, la cosa ésta que me sale de la barriga se me ha reliado en el cuello. ¡Ohg, qué agobio! [...]

Cuando hoy me he despertado me he dado cuenta que me han salido unos pinchos en las puntas de todos los dedos. Si me aprieto, me duele. Encima de todo, noto dentro de mi como punzadas. Son constantes y tienen un ritmo. Que raro es todo esto. [...]

Ya estoy muy cansado; estoy dispuesto a golpear estas pringosas paredes hasta que pase algo. Espera... ¿y ésto qué es? ¿Es un agujero? ¡Ahg! Es demasiado pequeño. Bah, me da igual, necesito salir de aquí. No aguanto más. Bfff... pero que duro es esto. [...]

¡¿Ehn?! ¿Dónde estoy? ¿Por qué escucho llantos? ¿Soy yo el que lloro? No puedo abrir los ojos. ¿Por qué me golpean en la espalda? Ya casi tengo los ojos abiertos. ¡Los abrí! Ya estoy tranquilo. Ya puedo ver a mamá. CGF.