martes, 17 de mayo de 2011

Diario de un monitor

Día 23 de julio. El tercer turno de Sabinillas está a solo un paso de comenzar, el paso que me separa de la puerta. Tras él, comienza mi andadura por el mini-parking situado a la entrada. Tras saludar al guarda y al personal de recepción, me dirijo con paso firme hacia la entrada principal. Quizá sea yo el niño, porque mientras voy cruzando el patio de zona baja solo tengo ganas de correr, reír, saltar,… sí, cierto. Estoy en Sabinillas.

Llego a recepción. Reparto besos y abrazos a los compañeros del año anterior. Me dispongo a dar mis datos, para corroborar que he llegado sano y salvo. Las prisas nos empiezan a dominar y ya va siendo hora de recoger el atuendo de trabajo. Voy a paso firme y, mientras charlo con un par de compañeros de las prácticas, digo mi nombre y mi talla. Ya tengo en posesión la camiseta, el pantalón, el polo y la sudadera, siempre acompañado de mi silbato y mi acreditación.

Siguen los besos y los abrazos. Todo son buenas palabras, hasta que escuchamos a un coordinador pronunciar las palabras de: “¡¡Reunión general!!”. En ella se encuentran los dos máximos responsables de la colonia, Pedro y Manuel, acompañados en todo momento de los cinco coordinadores. Una vez todo el personal se encuentra sentado, o de pie, comienza las recomendaciones y directrices de siempre, horarios y demás historietas. Tras ellos la selección de cuartos. Por cada habitación hay 5 monitores, donde uno de ellos es nombrado el RD. El RD es el que toma responsabilidades sobre la habitación. Digamos que es el capitán del barco y suele ser el más experimentado. Y si tienes un poco de suerte tendrás un práctica de apoyo. Tras nombrarme con otros cuatro compañeros, me toca la habitación 12, en zona baja, con mis enanos de 9 a 11 años.

Ya solo quedan 2 horas para que comiencen a llegar los chavales con sus respectivos padres. Es hora de ponerse el uniforme, que solo utilizamos el primer y último día. Este uniforme del primer día consta de bermudas y camiseta. El del último de bermudas y polo.

Una vez todos estamos todos bien guapos, comienzan a llegar los padres con la mejor mercancía creada: los niños. Está todo ya en orden, los niños comienzan a reír, a conocerse… De pronto noto un breve toque en mi espalda que me incitaba a girarme. Sorpresa cuando al mirar hacia abajo veo a un enano, que tan solo es feliz en ese momento si lo abrazo. Mientras los padres se marchan, no sin antes besuquear y requeteabrazar a sus hijos, los niños comienzan a distribuirse en sus respectivos habitáculos. Niños con maletas más grandes que ellos mismos, o incluso sin ella. No importa, lo importantes es que un año más estamos todos juntos, allí, en Sabinillas.

Ya tan solo quedan 11 días de juegos, actividades, playa, piscina, globazos, y mil historias, que para cada niño, la suya es la mejor.  Sin duda, por y para los niños. Diario de un monitor. Curro García. CGF.

“Y quizá merezca un beso de las dos mejores niñas que hay en este mundo”