Cuando te das cuenta de que la vida es un fortín, que te hace grande, te enorgullece y te arropa. Cuando observar que lo más grande que tiene, lo mantienes "cerca" a base de atención y delicadeza. Cuando tus objetivos han sido rebasados con fuerza y ya no te queda más por conquistar. Incluso cuando ves que la unión y el pensamiento es mutuo, quizás un día te das cuenta de que nada es así. Que todo lo que piensas, haces y vea es equívoco. Que tú diste todo lo que tenías dentro, lo regalaste sin pedir nada a cambio, para que todo fuera en vano. Cuando al escribir derramas una lágrima te das cuenta de que es el momento justo de tornar de forma brusca. De igualar y rebajar pensamientos en pro de una vida "mejor". Ya hoy pensar no me empieza a dar frutos, me empieza a dar miedo. Miedo que se crea en mi interior de forma egoísta y que crece a medida que van saliendo palabras de tu boca. Así, sin más. Ahora es cuando me doy cuenta de que mis pensamientos estaban supravalorados y que tu miedo existe, pero aún lo tienes escondido y no lo quieres sacar. Porque ahora es cuando estoy empezando a asumir tu reacción, tus palabras. Ahora. Pero traquila...
"Lo que la lluvia nos enseña, lo que nadie puede escribir, lo que se escucha cuando tiemblas, lo que te acercará hasta mí. Igual que entonces será siempre, lo que dejaste sigue ahí. Todos los sitios, los diciembres están donde los escondí. Las cosas pierden su sentido si no me llevan hasta ti y no te miento cuando digo, que tu mirada sigue aquí. Que algunas veces me recuerdes que no te deje de sentir. Yo andaré cerca por si vuelves, por si vuelves esas palabras a decir."