Caen de pronto recuerdos
desde la penumbra de mi habitación. Alzo la vista y tan solo distingo palabras
como amor o tristeza en un océano de letras. De repente, una serie de acordes
melódicos comienzan a conquistarme. Mi corazón ha comenzado a latir un poco más
rápido, no sé si a causa de la sorpresa o de la sensación que me produce. Cierro
los ojos y comienzo a imaginar. Veo una preciosa muchacha, de unos 20 años,
morena y con la sonrisa más espléndida y delatadora que jamás vi. Gotas de agua
besan tu piel; se me ocurre la escusa perfecta para acercarme. La miro y la veo
real, una imagen perfecta…
[…]
Vuelvo a abrir los ojos. Sigo
estando en mi habitación. Con la mirada perdida y una lágrima de fuerza cayéndome
de los ojos. Resistiéndome a admitir la realidad. Intentando lo que me pediste,
que me recuerden por cómo soy. Tú, allá arriba junto a las estrellas, seguirás
igual. Bella y perenne. Observando como el mundo continúa girando y tú faltas
en él para que todo sea perfecto. En el lugar más privilegiado del cielo y de
mi mente. Quizá, y solo quizá, te eche un poco de menos. Solo un poco...
“Correré hacia ti cuando
estés en peligro. Saltaré al vacío cuando caigas. Romperé barreras y derribaré
muros. Pero necesito que estés a mi lado”. CGF.